EL EGO Y EL NACIMIENTO DE LA PERSONALIDAD
El
Ego o Yo superior es algo así como el representante del verdadero
Espíritu o Chispa Divina diferenciada EN y POR Dios; es el Alma como
resultado de las experiencias de la Vida Divina en los mundos
inferiores; es el que recoge la quintaesencia de cada vida o
renacimiento gracias a lo cual el hombre tomará conciencia de Él a la
vez que Él (el Ego) se identifica cada vez más con el Espíritu. Por
tanto, es un ser divino en su esencia pero pendiente del desarrollo
necesario que le haga tan puro y perfecto como para identificarse con
Dios. Su desarrollo depende de las experiencias que obtenga en sus
cuerpos físicos y superiores a través de los mundos donde experimenta y
desarrolla sus poderes latentes pero, normalmente, se le identifica como
pensamiento individual o como el pensador. Sin embargo, su situación
está por encima de la mente concreta con la que razonamos, el Ego está
en las regiones superiores o abstractas del Mundo del Pensamiento y por
eso, el hombre, la personalidad razonadora, anhela la unión con algo
superior que, además de con nuestro Padre, también lo es con nuestro
Ego. Según se desarrollan los poderes del Espíritu más se vive la vida
interna y más se anhela la verdadera unión espiritual, de ahí la oración
y la aspiración del hombre que ya ha tenido algún vislumbre de lo que
es la vida superior. La unión con Dios en cada uno de nosotros (con
nuestro Ego o Yo superior) es similar a la unión que debe conseguir el
Ego respecto al Espíritu, pero nada de eso se conseguirá sin el
esfuerzo, sacrificio y buena voluntad por parte nuestra.
Lo que
nosotros creemos que somos como verdaderos Egos es una pequeñísima parte
de lo que en realidad es el Ego en su propio plano, lo que ocurre es
que aún no hemos desarrollado su conciencia en nosotros. Por eso no
deberíamos pensar en elevarnos hacia Él sino de abrirnos a su influencia
puesto que somos Él. Deberíamos actuar como Egos sabiendo que, cuando
tengamos plena conciencia de él, será como haber desarrollado el Cristo
en nosotros; deberíamos actuar como que nuestra vida es su vida y como
que, lo que entendemos por conciencia, es su conciencia y voluntad. La
meditación, la oración, la contemplación y la adoración entre otros
ejercicios hacen que la conciencia del Ego se manifieste en el cerebro.
Es una tarea muy larga, de varias vidas, pero progresivamente, se va
percibiendo su influencia porque con dichos ejercicios se va abriendo
cada vez más el canal de comunicación y transferencia.
El hombre basa
sus acciones en su experiencia y en sus pensamientos, por eso se
identifica plenamente con su forma de pensar y con sus deseos,
sentimientos y emociones después de morir su cuerpo. Sin embargo, cuando
alcanza las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, ya no es ese
hombre o personalidad sino la reencarnación del Ego, el cual, en los
más atrasados, no comprende aún el sentido de la evolución ni de su ser.
En
sentido general, se dice que la voluntad representa al Ego porque es
una cualidad suya, es la energía que el Ego (como pensador) manifiesta
hacia el exterior o mundo físico creyendo, a veces, el hombre que es él
mismo. Esta voluntad está determinada o condicionada por la razón, por
las experiencias pasadas, por conclusiones, etc., pero no hay que
confundirla con los deseos, los que están condicionados desde fuera y
dependen de los cuerpos inferiores. El deseo, es la energía del Ego
(también como pensador) dirigida hacia afuera pero condicionado por los
objetos, por eso, cuanto más atrás en la evolución de la humanidad, el
deseo dominaba a la razón y el Ego apenas podía manifestarse.
Actualmente hay una lucha en los que comenzamos a ver el verdadero
sentido de la vida y deseamos terminar cuanto antes con los
renacimientos; en el futuro el Ego impondrá su voluntad sobre el cuerpo
de deseos y solo “deseará” lo que sabe que necesita para acelerar la
unión con el Espíritu.
Para que algo exista ha debido ser creado y
debe tener un origen, así, todo lo creado por el hombre ha tenido su
origen en su mente; el verdadero Yo, el Ego, crea la idea que se
manifiesta como una forma de pensamiento, la cual formamos después con
materia física. Pero, en realidad, el Ego, como resultado de la
evolución de la vida a través de la forma, no es normalmente un creador
en el sentido que normalmente entendemos. El creador de los Mundos donde
evolucionamos (Dios) también tiene Su Mente y es de esta Mente de donde
surge el Mundo del Pensamiento, de donde, en realidad, nuestro Ego
capta las ideas o arquetipos existentes en las regiones superiores. Todo
el Plan de Dios se encuentra en esos arquetipos creados por las
Jerarquías superiores que colaboran con Él (los Siete Espíritus ante el
Trono) por tanto, todo el desarrollo pasado y futuro de la humanidad y
todas sus creaciones tienen su origen en la mente Creadora de Dios. Por
consiguiente, aunque el Ego envíe un sinfín de vibraciones mentales
desde estas regiones arquetípicas o abstractas del Mundo del
Pensamiento, el cerebro solo puede o suele reproducir una pequeña
cantidad para luego darles forma con la mente concreta y crear las
formas físicas. Por lo general, solo los cerebros muy activos y
receptivos suelen captar mayor número de “ideas” dando así muestras de
poder mental y genialidad. Así es que, las facultades mentales de cada
persona representan el grado de sensibilidad que tiene su cerebro
respecto a las vibraciones mentales que su Ego envía. Podríamos decir
que las palabras representan los símbolos de las imágenes mentales que
forma el cerebro bajo la acción de la mente concreta, sin embargo, la
mente abstracta, es decir, lo que expresa el Ego desde las regiones
superiores del Mundo del Pensamiento, pertenece a la razón pura, y eso
no se puede expresar con palabras.
DESPUÉS DE ABANDONAR LOS CUERPOS TRAS LA MUERTE
Al
igual que abandonamos el cuerpo de deseos después de haber extraído el
beneficio o quintaesencia de los resultados de nuestra manera de sentir,
de nuestras emociones, deseos, etc., cuando vamos a pasar a las
regiones superiores del Mundo del Pensamiento, también abandonamos el
cuerpo mental. Una vez asimilada la esencia de las experiencias de la
vida física y de deseos ahora toca llevarse también el resumen de lo que
expresamos por medio de la mente. Y es en estas regiones abstractas del
Mundo del Pensamiento donde, junto a los átomos simiente de los
diferentes cuerpos y con la “mente” del Ego, permanece éste en estado
latente hasta que llegue la hora de renacer de nuevo. Esta esencia de la
vida anterior queda guardada en el cuerpo causal, (el cuerpo que
utiliza el Ego en esas regiones) para que pueda, o mejor dicho, intente
el Ego expresar en la personalidad los grados de desarrollo que ha
adquirido. Es entonces cuando los humanos más o menos desarrollados
perciben cierta influencia de la conciencia del Ego.
Como podemos
ver, el único ser que existe después de cada vida es el Ego, el pensador
que en cada renacimiento crea una nueva personalidad como un árbol en
cada primavera hace brotar hojas nuevas. Así el hombre es, en cada vida,
un nuevo actor que renace con cierta comunicación con la esencia de las
vidas pasadas guardadas en la “memoria” del Ego, lo que se convierte en
la conciencia del yo terrenal que en infinidad de ocasiones no escucha a
su Yo superior y actúa en contra de su voluntad. El error por parte del
hombre en cada renacimiento es identificarse con la personalidad
(cuerpo físico, cuerpo de deseos y mente) y cuando esta personalidad en
fuerte y tiene sus gustos, hábitos, deseos materiales, etc., el hombre
actúa como tal y no como la herramienta del verdadero Yo superior. De
ahí que el hombre prefiera buscar una vida llena de lujos, de disfrute
de los placeres o, aunque sea, de goce de los bienes materiales antes
que la humildad, la fraternidad y que todas las virtudes que el Ego
desea desarrollar.
No se suele comprender ni siquiera entre los
aspirantes de ocultismo, que lo que el Ego trata de conseguir a través
de la personalidad es desarrollar sus poderes latentes, lo que, a su
vez, permite que, éste, manifieste una personalidad y una vida cada vez
más elevada y placentera. Por el contrario, algunos, no solo comprenden
esto sino que, además, intentan cumplir los “deseos” de su Yo superior
porque saben que están acelerando su desarrollo espiritual y sentando
las bases de la futura vida. Evidentemente, esto lleva consigo una
actitud altruista, amorosa y fraternal respecto al prójimo a la vez que
el individuo se olvida de sí mismo. Que nadie piense que el Ego es malo
porque el mal no le puede afectar, puesto que, como sabemos, no pasa de
las regiones inferiores del Mundo del Deseo o Purgatorio. Es cierto que
esas regiones se reflejan en las inferiores del Mundo del Pensamiento en
sentido mental pero, aún así, no alcanzan al Ego que está por encima de
esas regiones. A la inversa, como todo lo positivo que hay en las
regiones superiores del Mundo del Deseo (Primer Cielo) se refleja en las
superiores del Mundo del Pensamiento, lo único que le afecta de cada
personalidad es lo bueno. Cuando en una vida se han desarrollado de una
forma clara y definida una serie de cualidades, el Ego intentará
manifestarlas en la próxima personalidad. En sentido contrario, cuando
hay varios renacimientos donde no se ha progresado casi nada se produce
cierta incapacidad por parte de la personalidad para percibir lo que
proceda del Yo superior. Esto significa que cuando el Ego ha adquirido
cierta cualidad, podrá influenciar o llamar la atención del hombre para
que no caiga en el vicio o maldad contraria, mientras que si el hombre
puede caer en un vicio y nunca ha desarrollado la virtud con la que debe
vencerle, lo más fácil es que caiga en él.
FORMACIÓN DE UNA NUEVA MENTE
Como
ya sabemos, cuando el Ego ha abandonado todos sus cuerpos y se
encuentra en las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, en lo
que llamamos cuerpo causal, tiene consigo, en estado latente, los átomos
simiente de los cuerpos que ha utilizado. El Ego evoluciona gracias a
estos átomos permanentes puesto que es de ellos de donde extrae la
síntesis o quintaesencia de lo que ha hecho y sido en cada vida, por
eso, cuando llega el momento, el Ego dirige su atención en busca de
nuevas experiencias. Este sería el momento en que el átomo mental
despierta, o mejor dicho, una vibración del Ego pone en actividad el
átomo mental para que sea el primer receptáculo del hilo de vida que
procede del Mundo del Espíritu de Vida (lo que los teósofos llaman
Buddhi) Cuando el Ego trata de expresarse en la Región Concreta del
Mundo del Pensamiento, el átomo actúa como un imán y, en colaboración
con los Señores de la mente y otros seres, el Ego vela su conciencia con
la materia que atrae para formar su futura mente o cuerpo mental. El
poder de vibración de la materia que atraiga estará en sintonía con el
desarrollo del Ego para que pueda expresar sus cualidades mentales
latentes. Esta materia mental procedente de las regiones inferiores se
condensa en forma de nube alrededor del átomo simiente como material con
el que se construirá, después de nacer y hasta aproximadamente los 21
años, la nueva mente. Por supuesto que dichas cualidades mentales no se
ponen en actividad hasta que, a partir del nacimiento, se van
manifestando progresivamente de acuerdo al medio ambiente y a las
actividades que la persona haga.
En la quintaesencia de las
experiencias que el Ego se lleva en cada átomo simiente no hay imágenes
ni nada que sea grosero sino los efectos de esas imágenes o experiencias
sobre las facultades. De esta forma la materia que el Ego atrae es de
la misma vibración que la que tenía en su último cuerpo mental, por eso
se dice que el hombre reanuda su vida en el mismo punto donde la dejó
aunque con otro destino y más posibilidades. Esto mismo ocurre respecto
al cuerpo de deseos, por tanto, los cuerpos que el Ego construye en cada
vida son el resultado directo de su pasado, como ocurre respecto a su
destino.
Cuando un niño nace no tiene un cuerpo mental y uno de
deseos ya formados e independientes, la materia de lo que serán esos
cuerpos forma una especie de ovoide donde cada materia irá cambiando y
manifestando sus formas y colores según el niño o adolescente emita sus
deseos, sentimientos, emociones y pensamientos. Los gérmenes o
tendencias del pasado (buenas o malas) se desarrollarán o no dependiendo
de los estímulos que reciba según el medio ambiente donde crezca y
según la educación que reciba. Como un niño no actúa de forma individual
e independiente hasta aproximadamente los 16 años, aunque más
exactamente deber ser a los 21 cuando se termina de forma su cuerpo
mental, es deber de los padres estimular el cuerpo de deseos y la mente
con actividades que se relacionen con la inteligencia y los buenos
sentimientos ya que, de otra forma, tienden a atrofiarse. Cuando a un
niño se le crean inclinaciones y gustos positivos, podemos asegurar que
crecerá en ese sentido mucho más que en su anterior vida, pero si se
deja que le influyan personas de gustos groseros y deseos malévolos, no
solo no crecerá moral y espiritualmente sino que degradará lo que había
adelantado en su última vida. No olvidemos que antes de nacer el niño,
es decir, a partir de que el Ego penetra en el vientre de la madre para
hacerse cargo del desarrollo de los cuerpos, ese niño en formación, ya
es sensible a las influencias externas.
No son muchos los padres que
se toman verdaderamente en serio eso de despertar los mejores
sentimientos o inculcar los más elevados y bellos ideales en los niños
desde que nacen. Sin embargo, así debería ser puesto que sabemos que
nacemos con un cuerpo mental cuyos defectos y tendencias son similares a
los de la última vida. Aunque el poder espiritual haya aumentando al
pasar por el Purgatorio, si aún teníamos muchos defectos y malas
tendencias que superar en la última vida, deberemos hacer frente a ellas
e incluso a las ya superadas para demostrar que hemos aprendido la
lección y hemos tomado nota en la conciencia. Todos, cuando somos niños,
caemos y desarrollamos o aumentamos ciertos defectos, por el contrario,
crecemos desarrollando y aumentado ciertas virtudes que ya traemos,
pero eso dependerá mucho de lo que primero se nos presente. Si el medio
ambiente familiar y social es maléfico, seguramente que despierten las
tendencias maléficas y las benéficas puedan hacer bien poco para
evitarlo. Entonces, como el Ego aun no es dueño de sus propios cuerpos y
aunque intente luchar, no podrá estimular las buenas tendencias hasta
que el niño ya tenga alrededor de los 21 años, pero entonces le costará
mucho más vencer que si de niño se hubieran estimulado las tendencias
positivas. Qué decir tiene que si los padres cumplen con su deber de
buenos educadores algunas malas tendencias se atrofiarán, otras se
superarán fácilmente y, a la vez, el Ego se fortalecerá en el bien para
cuando tenga que hace frente al mal en el futuro.