La materia de deseos de nuestro cuerpo cambia constantemente de lugar
como lo hacen nuestras emociones, y lo mismo ocurre respecto a su color y
vibración según sean nuestros deseos y sentimientos. Pero siempre hay
una vibración y color básico que nos identifica y que es la que
reflejará lo que somos y lo que sentimos cuando pasemos al Mundo de
Deseos después de la muerte. En este mundo hay leyes que, como en el
mundo físico, gobiernan sobre todo lo existente allí y, aunque no son
como las del mundo físico, algunas sí tienen cierto parecido, como por
ejemplo de que en la región inferior es donde está la materia de deseos
más “densa” como aquí el sólido y que la que más “pesa” está en lo más
bajo o primera división como si fuera efecto de la ley de la gravedad.
Esto significa que en el Mundo de deseos no podemos ascender a las
regiones superiores hasta que no nos hayamos deshecho de esa materia que
más pesa, o sea, de los deseos y sentimientos más groseros, egoístas,
materialistas, etc.
La materia del Mundo de Deseos compenetra a la del mundo físico como las
partículas de un perfume lo hacen sobre el humo o la niebla, por eso,
no solo está dentro de la Tierra sino que también lo está dentro de
nuestro cuerpo físico. Pero como, según su “materia” se va haciendo más
sutil (divisiones superiores) el mundo y el cuerpo de deseos se van
haciendo más grandes, resulta que el cuerpo de deseos del planeta llega
casi hasta la Luna y el nuestro sobresale entre 20 o 30 centímetros del
físico. De esta forma, podemos comprender fácilmente que lo más grosero
se encuentra casi más bien “dentro” y los deseos y las emociones más
elevadas “fuera” del planeta, mientras que en el hombre, lo más grosero
se refleja más bien en la parte inferior y lo más espiritual desde el
tronco hacia la cabeza. En la primera división o inferior de este mundo
(lo equivalente al sólido) no hay nada de lo que solemos llamar positivo
entre nosotros (amor, cariño, luz, etc.) Ahí se encuentra lo que muchas
religiones llaman el “infierno” porque allí solo reina la tristeza, la
soledad y la oscuridad y su ambiente es pesado, desagradable e
indeseable porque allí se purga la mayor maldad. La siguiente división
es más similar a la vida que conocemos aquí pero todavía con mucha
fuerza de la personalidad materialista; y en las dos siguientes es donde
están las personas que tienen deseos y emociones más sutiles y elevados
pero todavía de forma interesada.
Si bien la primera región se suele representar como el infierno, las dos
siguientes lo hacen como el Purgatorio y la cuarta como la
intermediaria entre lo grosero o inferior y lo espiritual o superior;
las tres más elevadas representan el Cielo según el concepto que cada
uno tenga sobre éste. Este mundo, al que vamos después de la vida
física, es el mundo post-morten que hemos creado durante nuestra
existencia, así, el cristiano tendrá el cielo que le han explicado, el
incrédulo se verá en la soledad, el pintor se verá ante bellos paisajes y
el verdadero ocultista podrá distinguir y comprender otras muchas más
cosas. Por tanto, en el plano más elevado, está la materia más sutil y
ahí solo se encuentran, o llegamos todos, después de alejarnos de los
conceptos terrenales y de las creencias personales una vez que ya hemos
purificado la materia más grosera de nuestro cuerpo emocional.
La muerte es tan necesaria para el Ego o Alma como el sueño lo es para
nuestros cuerpos físicos, y lo mismo que nosotros no viviríamos tantos
años para experimentar y evolucionar sin la restauración que hacemos
durante el sueño, el Alma no podría evolucionar si no recopilara el
beneficio de cada vida en el estado post-morten. Por eso, tan importante
es lo que se hace después de la muerte como lo que hacemos durante la
vida, porque el estado post-morten está basado en lo que hacemos durante
la vida, y las líneas generales y hechos más importantes de la vida
están basadas en los resultados obtenidos después de pasar por el
Purgatorio y el Cielo.
Una vez dicho esto, bueno es que sepamos que después de la muerte
encontraremos: 1º.- Lo que creemos que hay y lo que esperamos que
ocurra, durante un tiempo y desde el punto de vista personal; y 2º.- Los
resultados del buen y del mal obrar a modo de vivirlos y sentirlos en
nosotros mismos. Supongamos el estado en que se encontrará una persona
egoísta, incrédula y malévola que no se ha interesado por ayudar a nadie
ni ha sido sensible al dolor ajeno. Por la incredulidad se encontraría
en una especie de vacío, pero analizando lo demás y sabiendo que no
tenía ningún lazo de simpatía con nadie, se encontraría también en la
soledad. El incrédulo que ha hecho mal purgará en las regiones
inferiores sufriendo el dolor que ha causado, pero el incrédulo que ha
hecho bien y no mal, puede pasar casi directamente al Cielo para recibir
la quintaesencia de sus obras. Tanto en un caso como en otro, llega un
momento en el estado post-morten en que la personalidad se olvida de la
vida pasada, pero en el incrédulo materialista es peor porque extrae muy
pocos resultados, lo que hace que su futura vida esté llena de fracasos
y luchas para que aprenda a convivir y a creer. Son innumerables los
casos y formas de actuar de las fuerzas que actúan en el Mundo de
Deseos, ya que también hay que tener en cuenta que no todo es causa y
efecto nuestro. Hay veces que una persona sufre sin merecerlo, o sea,
por culpa de otro, y eso se ve recompensado en el Cielo mientras que el
causante recibirá su castigo kármico en su próxima vida.
Así es que el cuerpo de deseos es un campo de fuerza magnético compuesto de materia:
1º.- De baja vibración en las personas egoístas, sensuales y malévolas.
2º.- De vibración intermedia (de la región intermedia) en las personas indiferentes a lo espiritual pero que no tienen maldad.
3º.- De elevada vibración en las personas altruistas, fraternales, serviciales, etc.
Casi toda la humanidad suele llevar en su cuerpo materia de alguna de
las siete divisiones del Mundo Emocional y ésta se mueve según
predominen unos u otros deseos y emociones, llegando incluso a romperse
la forma ovoide del cuerpo cuando hay un fuerte descontrol emocional. En
estos casos, las bandas que suelen salir de la frente, así como la
fuerza que surge del chacra situado a la altura del hígado, muestran un
cuerpo deseos muy activo, como si se hiciera más grande. Pero cuando la
mente controla las emociones todo se apacigua y se muestra el color que
representa el carácter y el temperamento de la persona. En sentido
contrario, si la persona tiene poca actividad emocional y está decaída,
las líneas de fuerza de los chacras se debilitan y parecen que casi
están colgando. Está claro, pues, que nuestro cuerpo de deseos
representa en gran parte cómo somos internamente por medio de su
movimiento y de sus colores, es más, para la persona clarividente puede
ver que incluso llevamos nuestro Purgatorio y nuestro Cielo en nosotros y
a nuestro alrededor.
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