miércoles, 13 de abril de 2011
La concentración es un poco distinta: se trata de "ser" con el centro del objeto tomado para concentrarse. Volviendo al ejemplo precedente, ya no será visualizar el lápiz y lo que se relacione con él, sino ser más o menos el lápiz mismo. A pesar de que el ejemplo como hemos visto es poco espiritual y podría mal entenderse en el sentido de que los yoghis tratan de ser sillas, mesas o piedras, tiene más bien un interés explicativo y será fácil de comprender, para aplicarlo a objetos más abstractos o místicos. El mecanismo de concentrarse es olvidarse de sí mismo y del pensamiento que une la mente con el objeto. Es fácil de comprender que cuando se trata de meditar permanece la personalidad, el practicante "se ve" y trata de ver mentalmente el objeto; en la concentración no puede "verse" más y debe tratar de ser el objeto mismo, amalgamado y unificado (es el principio final de la Yoga, el Dhyana, antes de realizar el Samadhi o estado último para la Reintegración en el Todo). Concentrarse es muy difícil pero cada uno puede tratar de lograr este plano donde el yo es transpersonalizado con el objeto. De esta manera los aspirantes yoghis practican en los Ashrams los ejercicios psicofísicos (asanas, pranayama, etc.) pero en primer lugar hay que tratar de asimilarse a su Gurú, y por ejemplo, aunque no puedan hacer perfectamente la Hatha Yoga, ya son medio yoghis en cuanto al pensamiento, porque se unen con un verdadero yoghi, su Maestro. Hay ya una experiencia de relativa identificación en la Concentración, que hace al practicante olvidarse de sí mismo y ser parte de otro y hasta llegar a ser todas las otras cosas o sea Universal.
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