jueves, 12 de septiembre de 2013

EL EGO SEGUN LA ASTROLOGIA

EL EGO Y EL NACIMIENTO DE LA PERSONALIDAD


El Ego o Yo superior es algo así como el representante del verdadero Espíritu o Chispa Divina diferenciada EN y POR Dios; es el Alma como resultado de las experiencias de la Vida Divina en los mundos inferiores; es el que recoge la quintaesencia de cada vida o renacimiento gracias a lo cual el hombre tomará conciencia de Él a la vez que Él (el Ego) se identifica cada vez más con el Espíritu. Por tanto, es un ser divino en su esencia pero pendiente del desarrollo necesario que le haga tan puro y perfecto como para identificarse con Dios. Su desarrollo depende de las experiencias que obtenga en sus cuerpos físicos y superiores a través de los mundos donde experimenta y desarrolla sus poderes latentes pero, normalmente, se le identifica como pensamiento individual o como el pensador. Sin embargo, su situación está por encima de la mente concreta con la que razonamos, el Ego está en las regiones superiores o abstractas del Mundo del Pensamiento y por eso, el hombre, la personalidad razonadora, anhela la unión con algo superior que, además de con nuestro Padre, también lo es con nuestro Ego. Según se desarrollan los poderes del Espíritu más se vive la vida interna y más se anhela la verdadera unión espiritual, de ahí la oración y la aspiración del hombre que ya ha tenido algún vislumbre de lo que es la vida superior. La unión con Dios en cada uno de nosotros (con nuestro Ego o Yo superior) es similar a la unión que debe conseguir el Ego respecto al Espíritu, pero nada de eso se conseguirá sin el esfuerzo, sacrificio y buena voluntad por parte nuestra.
Lo que nosotros creemos que somos como verdaderos Egos es una pequeñísima parte de lo que en realidad es el Ego en su propio plano, lo que ocurre es que aún no hemos desarrollado su conciencia en nosotros. Por eso no deberíamos pensar en elevarnos hacia Él sino de abrirnos a su influencia puesto que somos Él. Deberíamos actuar como Egos sabiendo que, cuando tengamos plena conciencia de él, será como haber desarrollado el Cristo en nosotros; deberíamos actuar como que nuestra vida es su vida y como que, lo que entendemos por conciencia, es su conciencia y voluntad. La meditación, la oración, la contemplación y la adoración entre otros ejercicios hacen que la conciencia del Ego se manifieste en el cerebro. Es una tarea muy larga, de varias vidas, pero progresivamente, se va percibiendo su influencia porque con dichos ejercicios se va abriendo cada vez más el canal de comunicación y transferencia.
El hombre basa sus acciones en su experiencia y en sus pensamientos, por eso se identifica plenamente con su forma de pensar y con sus deseos, sentimientos y emociones después de morir su cuerpo. Sin embargo, cuando alcanza las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, ya no es ese hombre o personalidad sino la reencarnación del Ego, el cual, en los más atrasados, no comprende aún el sentido de la evolución ni de su ser.
En sentido general, se dice que la voluntad representa al Ego porque es una cualidad suya, es la energía que el Ego (como pensador) manifiesta hacia el exterior o mundo físico creyendo, a veces, el hombre que es él mismo. Esta voluntad está determinada o condicionada por la razón, por las experiencias pasadas, por conclusiones, etc., pero no hay que confundirla con los deseos, los que están condicionados desde fuera y dependen de los cuerpos inferiores. El deseo, es la energía del Ego (también como pensador) dirigida hacia afuera pero condicionado por los objetos, por eso, cuanto más atrás en la evolución de la humanidad, el deseo dominaba a la razón y el Ego apenas podía manifestarse. Actualmente hay una lucha en los que comenzamos a ver el verdadero sentido de la vida y deseamos terminar cuanto antes con los renacimientos; en el futuro el Ego impondrá su voluntad sobre el cuerpo de deseos y solo “deseará” lo que sabe que necesita para acelerar la unión con el Espíritu.
Para que algo exista ha debido ser creado y debe tener un origen, así, todo lo creado por el hombre ha tenido su origen en su mente; el verdadero Yo, el Ego, crea la idea que se manifiesta como una forma de pensamiento, la cual formamos después con materia física. Pero, en realidad, el Ego, como resultado de la evolución de la vida a través de la forma, no es normalmente un creador en el sentido que normalmente entendemos. El creador de los Mundos donde evolucionamos (Dios) también tiene Su Mente y es de esta Mente de donde surge el Mundo del Pensamiento, de donde, en realidad, nuestro Ego capta las ideas o arquetipos existentes en las regiones superiores. Todo el Plan de Dios se encuentra en esos arquetipos creados por las Jerarquías superiores que colaboran con Él (los Siete Espíritus ante el Trono) por tanto, todo el desarrollo pasado y futuro de la humanidad y todas sus creaciones tienen su origen en la mente Creadora de Dios. Por consiguiente, aunque el Ego envíe un sinfín de vibraciones mentales desde estas regiones arquetípicas o abstractas del Mundo del Pensamiento, el cerebro solo puede o suele reproducir una pequeña cantidad para luego darles forma con la mente concreta y crear las formas físicas. Por lo general, solo los cerebros muy activos y receptivos suelen captar mayor número de “ideas” dando así muestras de poder mental y genialidad. Así es que, las facultades mentales de cada persona representan el grado de sensibilidad que tiene su cerebro respecto a las vibraciones mentales que su Ego envía. Podríamos decir que las palabras representan los símbolos de las imágenes mentales que forma el cerebro bajo la acción de la mente concreta, sin embargo, la mente abstracta, es decir, lo que expresa el Ego desde las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, pertenece a la razón pura, y eso no se puede expresar con palabras.

DESPUÉS DE ABANDONAR LOS CUERPOS TRAS LA MUERTE

Al igual que abandonamos el cuerpo de deseos después de haber extraído el beneficio o quintaesencia de los resultados de nuestra manera de sentir, de nuestras emociones, deseos, etc., cuando vamos a pasar a las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, también abandonamos el cuerpo mental. Una vez asimilada la esencia de las experiencias de la vida física y de deseos ahora toca llevarse también el resumen de lo que expresamos por medio de la mente. Y es en estas regiones abstractas del Mundo del Pensamiento donde, junto a los átomos simiente de los diferentes cuerpos y con la “mente” del Ego, permanece éste en estado latente hasta que llegue la hora de renacer de nuevo. Esta esencia de la vida anterior queda guardada en el cuerpo causal, (el cuerpo que utiliza el Ego en esas regiones) para que pueda, o mejor dicho, intente el Ego expresar en la personalidad los grados de desarrollo que ha adquirido. Es entonces cuando los humanos más o menos desarrollados perciben cierta influencia de la conciencia del Ego.
Como podemos ver, el único ser que existe después de cada vida es el Ego, el pensador que en cada renacimiento crea una nueva personalidad como un árbol en cada primavera hace brotar hojas nuevas. Así el hombre es, en cada vida, un nuevo actor que renace con cierta comunicación con la esencia de las vidas pasadas guardadas en la “memoria” del Ego, lo que se convierte en la conciencia del yo terrenal que en infinidad de ocasiones no escucha a su Yo superior y actúa en contra de su voluntad. El error por parte del hombre en cada renacimiento es identificarse con la personalidad (cuerpo físico, cuerpo de deseos y mente) y cuando esta personalidad en fuerte y tiene sus gustos, hábitos, deseos materiales, etc., el hombre actúa como tal y no como la herramienta del verdadero Yo superior. De ahí que el hombre prefiera buscar una vida llena de lujos, de disfrute de los placeres o, aunque sea, de goce de los bienes materiales antes que la humildad, la fraternidad y que todas las virtudes que el Ego desea desarrollar.
No se suele comprender ni siquiera entre los aspirantes de ocultismo, que lo que el Ego trata de conseguir a través de la personalidad es desarrollar sus poderes latentes, lo que, a su vez, permite que, éste, manifieste una personalidad y una vida cada vez más elevada y placentera. Por el contrario, algunos, no solo comprenden esto sino que, además, intentan cumplir los “deseos” de su Yo superior porque saben que están acelerando su desarrollo espiritual y sentando las bases de la futura vida. Evidentemente, esto lleva consigo una actitud altruista, amorosa y fraternal respecto al prójimo a la vez que el individuo se olvida de sí mismo. Que nadie piense que el Ego es malo porque el mal no le puede afectar, puesto que, como sabemos, no pasa de las regiones inferiores del Mundo del Deseo o Purgatorio. Es cierto que esas regiones se reflejan en las inferiores del Mundo del Pensamiento en sentido mental pero, aún así, no alcanzan al Ego que está por encima de esas regiones. A la inversa, como todo lo positivo que hay en las regiones superiores del Mundo del Deseo (Primer Cielo) se refleja en las superiores del Mundo del Pensamiento, lo único que le afecta de cada personalidad es lo bueno. Cuando en una vida se han desarrollado de una forma clara y definida una serie de cualidades, el Ego intentará manifestarlas en la próxima personalidad. En sentido contrario, cuando hay varios renacimientos donde no se ha progresado casi nada se produce cierta incapacidad por parte de la personalidad para percibir lo que proceda del Yo superior. Esto significa que cuando el Ego ha adquirido cierta cualidad, podrá influenciar o llamar la atención del hombre para que no caiga en el vicio o maldad contraria, mientras que si el hombre puede caer en un vicio y nunca ha desarrollado la virtud con la que debe vencerle, lo más fácil es que caiga en él.

FORMACIÓN DE UNA NUEVA MENTE

Como ya sabemos, cuando el Ego ha abandonado todos sus cuerpos y se encuentra en las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, en lo que llamamos cuerpo causal, tiene consigo, en estado latente, los átomos simiente de los cuerpos que ha utilizado. El Ego evoluciona gracias a estos átomos permanentes puesto que es de ellos de donde extrae la síntesis o quintaesencia de lo que ha hecho y sido en cada vida, por eso, cuando llega el momento, el Ego dirige su atención en busca de nuevas experiencias. Este sería el momento en que el átomo mental despierta, o mejor dicho, una vibración del Ego pone en actividad el átomo mental para que sea el primer receptáculo del hilo de vida que procede del Mundo del Espíritu de Vida (lo que los teósofos llaman Buddhi) Cuando el Ego trata de expresarse en la Región Concreta del Mundo del Pensamiento, el átomo actúa como un imán y, en colaboración con los Señores de la mente y otros seres, el Ego vela su conciencia con la materia que atrae para formar su futura mente o cuerpo mental. El poder de vibración de la materia que atraiga estará en sintonía con el desarrollo del Ego para que pueda expresar sus cualidades mentales latentes. Esta materia mental procedente de las regiones inferiores se condensa en forma de nube alrededor del átomo simiente como material con el que se construirá, después de nacer y hasta aproximadamente los 21 años, la nueva mente. Por supuesto que dichas cualidades mentales no se ponen en actividad hasta que, a partir del nacimiento, se van manifestando progresivamente de acuerdo al medio ambiente y a las actividades que la persona haga.
En la quintaesencia de las experiencias que el Ego se lleva en cada átomo simiente no hay imágenes ni nada que sea grosero sino los efectos de esas imágenes o experiencias sobre las facultades. De esta forma la materia que el Ego atrae es de la misma vibración que la que tenía en su último cuerpo mental, por eso se dice que el hombre reanuda su vida en el mismo punto donde la dejó aunque con otro destino y más posibilidades. Esto mismo ocurre respecto al cuerpo de deseos, por tanto, los cuerpos que el Ego construye en cada vida son el resultado directo de su pasado, como ocurre respecto a su destino.
Cuando un niño nace no tiene un cuerpo mental y uno de deseos ya formados e independientes, la materia de lo que serán esos cuerpos forma una especie de ovoide donde cada materia irá cambiando y manifestando sus formas y colores según el niño o adolescente emita sus deseos, sentimientos, emociones y pensamientos. Los gérmenes o tendencias del pasado (buenas o malas) se desarrollarán o no dependiendo de los estímulos que reciba según el medio ambiente donde crezca y según la educación que reciba. Como un niño no actúa de forma individual e independiente hasta aproximadamente los 16 años, aunque más exactamente deber ser a los 21 cuando se termina de forma su cuerpo mental, es deber de los padres estimular el cuerpo de deseos y la mente con actividades que se relacionen con la inteligencia y los buenos sentimientos ya que, de otra forma, tienden a atrofiarse. Cuando a un niño se le crean inclinaciones y gustos positivos, podemos asegurar que crecerá en ese sentido mucho más que en su anterior vida, pero si se deja que le influyan personas de gustos groseros y deseos malévolos, no solo no crecerá moral y espiritualmente sino que degradará lo que había adelantado en su última vida. No olvidemos que antes de nacer el niño, es decir, a partir de que el Ego penetra en el vientre de la madre para hacerse cargo del desarrollo de los cuerpos, ese niño en formación, ya es sensible a las influencias externas.
No son muchos los padres que se toman verdaderamente en serio eso de despertar los mejores sentimientos o inculcar los más elevados y bellos ideales en los niños desde que nacen. Sin embargo, así debería ser puesto que sabemos que nacemos con un cuerpo mental cuyos defectos y tendencias son similares a los de la última vida. Aunque el poder espiritual haya aumentando al pasar por el Purgatorio, si aún teníamos muchos defectos y malas tendencias que superar en la última vida, deberemos hacer frente a ellas e incluso a las ya superadas para demostrar que hemos aprendido la lección y hemos tomado nota en la conciencia. Todos, cuando somos niños, caemos y desarrollamos o aumentamos ciertos defectos, por el contrario, crecemos desarrollando y aumentado ciertas virtudes que ya traemos, pero eso dependerá mucho de lo que primero se nos presente. Si el medio ambiente familiar y social es maléfico, seguramente que despierten las tendencias maléficas y las benéficas puedan hacer bien poco para evitarlo. Entonces, como el Ego aun no es dueño de sus propios cuerpos y aunque intente luchar, no podrá estimular las buenas tendencias hasta que el niño ya tenga alrededor de los 21 años, pero entonces le costará mucho más vencer que si de niño se hubieran estimulado las tendencias positivas. Qué decir tiene que si los padres cumplen con su deber de buenos educadores algunas malas tendencias se atrofiarán, otras se superarán fácilmente y, a la vez, el Ego se fortalecerá en el bien para cuando tenga que hace frente al mal en el futuro.

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