jueves, 12 de septiembre de 2013

EL MUNDO DE LOS DESEOS Y EL EGO

La materia de deseos de nuestro cuerpo cambia constantemente de lugar como lo hacen nuestras emociones, y lo mismo ocurre respecto a su color y vibración según sean nuestros deseos y sentimientos. Pero siempre hay una vibración y color básico que nos identifica y que es la que reflejará lo que somos y lo que sentimos cuando pasemos al Mundo de Deseos después de la muerte. En este mundo hay leyes que, como en el mundo físico, gobiernan sobre todo lo existente allí y, aunque no son como las del mundo físico, algunas sí tienen cierto parecido, como por ejemplo de que en la región inferior es donde está la materia de deseos más “densa” como aquí el sólido y que la que más “pesa” está en lo más bajo o primera división como si fuera efecto de la ley de la gravedad. Esto significa que en el Mundo de deseos no podemos ascender a las regiones superiores hasta que no nos hayamos deshecho de esa materia que más pesa, o sea, de los deseos y sentimientos más groseros, egoístas, materialistas, etc.



La materia del Mundo de Deseos compenetra a la del mundo físico como las partículas de un perfume lo hacen sobre el humo o la niebla, por eso, no solo está dentro de la Tierra sino que también lo está dentro de nuestro cuerpo físico. Pero como, según su “materia” se va haciendo más sutil (divisiones superiores) el mundo y el cuerpo de deseos se van haciendo más grandes, resulta que el cuerpo de deseos del planeta llega casi hasta la Luna y el nuestro sobresale entre 20 o 30 centímetros del físico. De esta forma, podemos comprender fácilmente que lo más grosero se encuentra casi más bien “dentro” y los deseos y las emociones más elevadas “fuera” del planeta, mientras que en el hombre, lo más grosero se refleja más bien en la parte inferior y lo más espiritual desde el tronco hacia la cabeza. En la primera división o inferior de este mundo (lo equivalente al sólido) no hay nada de lo que solemos llamar positivo entre nosotros (amor, cariño, luz, etc.) Ahí se encuentra lo que muchas religiones llaman el “infierno” porque allí solo reina la tristeza, la soledad y la oscuridad y su ambiente es pesado, desagradable e indeseable porque allí se purga la mayor maldad. La siguiente división es más similar a la vida que conocemos aquí pero todavía con mucha fuerza de la personalidad materialista; y en las dos siguientes es donde están las personas que tienen deseos y emociones más sutiles y elevados pero todavía de forma interesada.


Si bien la primera región se suele representar como el infierno, las dos siguientes lo hacen como el Purgatorio y la cuarta como la intermediaria entre lo grosero o inferior y lo espiritual o superior; las tres más elevadas representan el Cielo según el concepto que cada uno tenga sobre éste. Este mundo, al que vamos después de la vida física, es el mundo post-morten que hemos creado durante nuestra existencia, así, el cristiano tendrá el cielo que le han explicado, el incrédulo se verá en la soledad, el pintor se verá ante bellos paisajes y el verdadero ocultista podrá distinguir y comprender otras muchas más cosas. Por tanto, en el plano más elevado, está la materia más sutil y ahí solo se encuentran, o llegamos todos, después de alejarnos de los conceptos terrenales y de las creencias personales una vez que ya hemos purificado la materia más grosera de nuestro cuerpo emocional.


La muerte es tan necesaria para el Ego o Alma como el sueño lo es para nuestros cuerpos físicos, y lo mismo que nosotros no viviríamos tantos años para experimentar y evolucionar sin la restauración que hacemos durante el sueño, el Alma no podría evolucionar si no recopilara el beneficio de cada vida en el estado post-morten. Por eso, tan importante es lo que se hace después de la muerte como lo que hacemos durante la vida, porque el estado post-morten está basado en lo que hacemos durante la vida, y las líneas generales y hechos más importantes de la vida están basadas en los resultados obtenidos después de pasar por el Purgatorio y el Cielo.


Una vez dicho esto, bueno es que sepamos que después de la muerte encontraremos: 1º.- Lo que creemos que hay y lo que esperamos que ocurra, durante un tiempo y desde el punto de vista personal; y 2º.- Los resultados del buen y del mal obrar a modo de vivirlos y sentirlos en nosotros mismos. Supongamos el estado en que se encontrará una persona egoísta, incrédula y malévola que no se ha interesado por ayudar a nadie ni ha sido sensible al dolor ajeno. Por la incredulidad se encontraría en una especie de vacío, pero analizando lo demás y sabiendo que no tenía ningún lazo de simpatía con nadie, se encontraría también en la soledad. El incrédulo que ha hecho mal purgará en las regiones inferiores sufriendo el dolor que ha causado, pero el incrédulo que ha hecho bien y no mal, puede pasar casi directamente al Cielo para recibir la quintaesencia de sus obras. Tanto en un caso como en otro, llega un momento en el estado post-morten en que la personalidad se olvida de la vida pasada, pero en el incrédulo materialista es peor porque extrae muy pocos resultados, lo que hace que su futura vida esté llena de fracasos y luchas para que aprenda a convivir y a creer. Son innumerables los casos y formas de actuar de las fuerzas que actúan en el Mundo de Deseos, ya que también hay que tener en cuenta que no todo es causa y efecto nuestro. Hay veces que una persona sufre sin merecerlo, o sea, por culpa de otro, y eso se ve recompensado en el Cielo mientras que el causante recibirá su castigo kármico en su próxima vida.


Así es que el cuerpo de deseos es un campo de fuerza magnético compuesto de materia:

1º.- De baja vibración en las personas egoístas, sensuales y malévolas.

2º.- De vibración intermedia (de la región intermedia) en las personas indiferentes a lo espiritual pero que no tienen maldad.

3º.- De elevada vibración en las personas altruistas, fraternales, serviciales, etc.

Casi toda la humanidad suele llevar en su cuerpo materia de alguna de las siete divisiones del Mundo Emocional y ésta se mueve según predominen unos u otros deseos y emociones, llegando incluso a romperse la forma ovoide del cuerpo cuando hay un fuerte descontrol emocional. En estos casos, las bandas que suelen salir de la frente, así como la fuerza que surge del chacra situado a la altura del hígado, muestran un cuerpo deseos muy activo, como si se hiciera más grande. Pero cuando la mente controla las emociones todo se apacigua y se muestra el color que representa el carácter y el temperamento de la persona. En sentido contrario, si la persona tiene poca actividad emocional y está decaída, las líneas de fuerza de los chacras se debilitan y parecen que casi están colgando. Está claro, pues, que nuestro cuerpo de deseos representa en gran parte cómo somos internamente por medio de su movimiento y de sus colores, es más, para la persona clarividente puede ver que incluso llevamos nuestro Purgatorio y nuestro Cielo en nosotros y a nuestro alrededor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario